¡Quema madera es: El nickname y los apodos!
El primero que recuerdo, el de la primaria, me disfrazaron de pollito con un traje hecho de plumas amarillas reales, una verdadera artesanía, desde ése día todos me decían Pollito que me duró como hasta cuarto o quinto año de primaria, cuando ya sonaba muy cursi y me lo cambiaron por El Pollo y con ése me quedé y así me llamaban mis compañeros, mis maestros y hasta los papás de mis compañeros. Nadie me preguntó nunca si me gustaba y yo hasta terminé por aceptarlo, de hecho me esperaban peores.
Como en la secundaria, donde en general me fue muy mal y el apodo sólo fue una de tantas. En aquél entonces yo no pesaba más de 45 kilos, era muy flaco. No recuerdo muy bien cómo fue (tal vez lo he bloqueado y no me quiero acordar) unas chicas de tercero en el transporte escolar comenzaron a decirme Vitolo en referencia clara a
Entrando a la prepa (Escuela Nacional Preparatoria N° 2) el primer día un wey gordo, negro, trompudo, pero con las piernas flacas, víctima eterna seguramente de los apodos, antes de que lo jodieran se puso a poner apodos (estrategia chingativa si, pero poco efectiva). Dijo que yo me parecía a Paul Pfeiffer de “Los Años Maravillosos”, comenzaron a llamarme Pol. –Ése no está tan manchado –Pensé yo y antes que se les ocurriera algo más culero comencé a presentarme así. Mucha gente, incluyendo profesores, pensaba que así me llamaba y me decían que no estaba yo en su lista y que había un Eduardo Armendáriz (mi nombre real) que nadie conocía.
Salí de Prepa 2, entré a la universidad y todo parecía muy tranquilo hasta que me encontré (o me encontró) un excompañero de la prepa y comenzó a decirme Pol –¿No que te llamas Eduardo? –Me preguntó uno de mis nuevos universitarios compañeros. –Si, me lo dice por Paul Pfeifer, así me decían en la .... –¡Ouch! Qué wey, hubiera dicho que era por Paul McCartney, Paul Newman, Paul Anka, Paul Stanley. Y buena parte de la carrera (casi toda, todavía hay quien se acuerda) muchos me decían Faifer.
Ahora veo que no fueron muchos apodos los que tuve, aunque esos fueron los más duraderos hubo algunos transitorios como: mmm... pues. Una vez un wey me dijo Lenguardo, el año pasado cierto grupo de personas me decían Harry Potter, Prisilio cuando comencé a usar lentes, en referencia a Prisi, la gallinita que salía con el Gallo Claudio.
En lo personal no me gustan los apodos, cuando me presentan a alguien por su apodo siempre le pregunto su nombre y así le llamo, cortesía que no todos devuelven. Y de plano quienes me quieren mucho en la web me dicen Nostromo, nickname que escogí, como la nave de la película “ALIEN” y como el libro de Joseph Conrad.
El mejor apodo, autoimpuesto, que uno pueda tener es El caca. Si alguien se presenta: -Hola mucho gusto, soy El caca -ya no hay forma posible de chingarlo, es más, ponerle cualquier otro apodo sería hacerle un favor.
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