¡Quema madera es: La subida al Tepozteco!
Hace unas semanas, luego de haberme reencontrado con Karla en el cumpleaños de un amigo, me invitó a subir al Tepozteco (más bien yo le insistí en que me llevara, ella no quería porque dice que nunca va con gente que no tenga una mínima condición física).
La idea es llegar a la puntita del cerro que se ve al fondo del pueblo que es bien turístico y está infestado de extranjeros y chilangos.
Afortunadamente hay un camino de piedras hacia la cima del cerro. Yo más pronto que tarde ya me sentía fatigado y con el pretexto de ir tomando fotos iba más despacio que la gente, aunque nunca engañé a nadie; mi respiración me delataba.
Afortunadamente muy pronto encontré pruebas de que otros chilangos ya habían estado ahí.
También en las piedras encontré muestras del amor chilango.
Como es bien sabido, cualquier pared vacía es una franca invitación a los artistas gráficos del Distrito federal.
Un buen parámetro para medir mi condición físico-atlética fue cuando me rebasó una señora gorda. Entonces supe que he llegado al punto más bajo de resistencia en mi vida.
Afortunadamente, una vez más, aquellos que lo han logrado antes que yo me dejaron mensajes de apoyo.
Para este momento ya no tenía ganas de subir al pinche cerro. Este otro mensaje estaba junto a un esqueleto con playera del Cruz Azul.
Y aunque yo no iba ni a la mitad (ni a la mitad de la mitad) Karla seguramente ya estaba esperando en la cima.Sin embargo, luego de unas 3 horas cuando ya todo se me movía y veía las cosas en 3D (Si, ya sé que la realidad es en 3D, pero casi nunca le doy la debida importancia), encontré un mensaje qué me indicó que estaba a punto de lograrlo.
Para cuando uno logra ver las escaleras de metal, eso quiere decir que casi se ha alcanzado la meta, aun así estuve a punto de no lograrlo.
Y bueno, en la punta del cerro hay una pirámide que los prehispánicos supongo usaron de centro ceremonial o puesto de vigía, mas actualmente sirve para que los chilangos se suban en ella y pongan sus nombres en las paredes.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia nos invita a respetar la ecología.
Por eso los chilangos sólo rayamos las piedras del camino y de la pirámide.
También pude ver a unos niños, ecológicamente consientes alimentar a un coatí con gansito, chocotorro, pingüino y papas sabritas, los mismos alimentos saludables que ellos consumen.
En la punta del cerro, esta es la vista que se tiene del valle. Me imaginé que sería muy conveniente para anticipar la llegada de algún enemigo.
Mientras me recuperaba del esfuerzo que me tomó llegar hasta allá, pude reflexionar sobre mi estilo de vida y mis hábitos alimenticios. Me pregunté si mi afición al brandy y a las carnitas habrán deteriorado mi condición física. ¿O habrán sido los 10 años que me la pasé fumando? ¿Qué habrá sido de Karla? Bueno, luego de tomarme la foto donde estoy frente a la pirámide bajó hecha la raya. Para ella la emoción no es subir el cerro, si no bajarlo corriendo. Dice que eso le produce descargas de adrenalina.
Para cuando yo bajé ya era de noche, tenía mucha hambre pero no energía para comer. Busqué a Karla por celular, ella ya había comprado artesanías, se había tomado unas micheladas y me estaba esperando donde dejamos el auto. ¡Cómo desee en ese momento que en Tepoztlán hubiera bici-taxis!